Me agrada presentar aquí, ahora, tantos años después de su escritura y publicación (que yo nunca vi, sin embargo) en una revista militar, este artículo que ha estado más de 40 años perdido y que solo este verano encontré casualmente entre mis papeles. Lo escribí, tecleando en una vieja máquina hispano-olivetti, un fin de semana de permiso de septiembre, en el verano de 1979, al final de la primera fase de mi instrucción como aspirante a alférez en el CIR "Santa Ana", de Cáceres. Me dijeron que al capitán se le puso la piel de gallina, lo que era un gran elogio para mí, el autor de este trabajo que ahora os muestro como si fuera en primicia.