Hay tocones, como éste, que acaban convertidos en improvisadas papeleras, como si fuesen patas de elefante que hubieran fabricado despiadadamente a propósito con este fin.
Algunos alcorques, también, acogen los restos de las largas horas de diversión
En cualquier caso el ciudadano medio es más responsable de lo que se cree en esta ciudad sin remedio de Madrid -da igual su alcalde o alcaldesa de turno-, en la que por más que se intente es casi imposible deshacerse correctamente de una pila usada.
Pero siempre de Madrid al cielo, aun a riesgo de perder los tacones en el laborioso proceso
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