jueves, 25 de abril de 2019

FOTOS DE LA PRESENTACIÓN DE "IMPOSIBLE NO COMERSE EN EL VOLCÁN DE LOS AMORES CANALLAS"

Subo algunas fotos aquí de la presentación ayer en Casa Sefarad, en Madrid, del libro IMPOSIBLE NO COMERSE EN EL VOLCÁN DE LOS AMORES CANALLAS, en el que participo con el relato Te lo comía todo menos las zapatillas.
Me acompañan el coordinador del libro Antonino Nieto Rodríguez, y los autores María Ángeles Fernández Jordán, Carlos Jiménez y Ouka Leele. Y en el selfie Antonino Nieto, Ouka Leele, María Antonia Ortega, Ignacio Tamés y Antonio Ruiz Pascual, entre otros.
Reproduzco además el texto que leí. 
Las fotos son de Alfredo Peña.
 
 
 
 





AMORES CANALLAS

Agradezco a Antonino Nieto Rodríguez su invitación a participar en este libro de tema amoroso canallesco, y por supuesto en esta presentación, y a Casa Sefarad por este magnífico espacio cultural. He dicho. (Bueno, voy a seguir un poco más).
Me gusta mucho aceptar los retos literarios de Antonino porque suponen un desafío y un estímulo para la imaginación. Esto es lo fascinante. Por ejemplo, cuando me propuso este tema pasé del aturdimiento de la sorpresa inicial y de creer que esta vez no podría complacerle a estar al día siguiente, sin saber por qué, escribiendo sobre cocodrilos y de paso aprendiendo un montón sobre ellos. De pronto me parecieron los seres más miserables del mundo, y como si se hubieran dado cuenta de que les seguía la pista empezaron a hacerme frente, desde los que tenía en casa y que se confabularon para salir de sus cajones, y así aparecieron de nuevo el viejo cocodrilo de madera de guayacán indestructible que jamás he logrado que flotara en el agua, el de marfil que me mostró sus dientes desde el abridor de cartas africano, el de peluche y los estampados en viejas camisas arrumbadas; hasta los que me encontré en una tienda convertidos en dos auténticas pieles de cocodrilo -carísimas por cierto- y una cabeza disecada; y fue caerme en las escaleras de un restaurante en plan tobogán hasta el fondo y parecerme que cada peldaño era un colmillo de cocodrilo que me mordía donde le cuadraba. Qué canallas, y todo ello por haber sacado a relucir su maldad ancestral en este cuento titulado: TE LO COMÍA TODO...MENOS LAS ZAPATILLAS, pero que se conoce ya como el del cocodrilo, aunque igual podría ser la cocodrila o el cocodrile. En este caso es el cocodrilo, ese granuja tan atractivo y camelista que tanto gusta a la otra parte que acaba por dejarse zampar por él, con lo que al final el gusto es suyo. Hay mujeres que han confesado que en algún momento de sus vidas fueron comidas por cocodrilos hasta quedarse en las zapatillas, si bien luego desde esas mismas zapatillas iniciaron la reconquista del tiempo anulado y perdido.
Pero yo no voy a leer mi cuento aquí, ni siquiera un fragmento, sólo me limito a recomendar su lectura junto a los demás textos amorosos que lo acompañan en el libro, y a advertir una vez más que mucho cuidado con el cocodrilo, no me cansaré de repetir que nunca le deis la mano a un cocodrilo, el perro a su lado es una broma. Por cierto, hoy estreno esta corbata en cuya tela hay  estampados varios animales predadores y depredados; no hay, en cambio, cocodrilos, y es que estos   andan por ahí a lo suyo en su actividad incesante. Muchas gracias por escucharme.
 

Ramón Jiménez Pérez. Casa Sefarad. Madrid, 24 de abril de 2019


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