El personaje de Obelix ha sido tratado por sus creadores con una benevolencia inmensa, en primer lugar por la ternura que le otorgaron, y en segundo término porque un hombre gordo como él no habría tenido cabida en la antigua Galia, pues todos debían superar una prueba consistente en entrar físicamente en un aro de determinadas dimensiones, y a aquel cuya cintura no lo conseguía lo mataban. Así se las gastaban los simpáticos galos. Actualmente, en cambio, se puede estar tan grueso como una mesa camilla y no pasa nada, el billete de autobús costará lo mismo que pesando cien kilos s menos. No se negará que hemos progresado, al menos a lo ancho...
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