miércoles, 27 de noviembre de 2013

MI CAMINO DE SANTIAGO (SOMPORT-SANTIAGO DE COMPOSTELA)




 
Queridos amigos, queridas amigas, estimados visitantes en general de este blog: representa para mí una gran satisfacción mostraros a continuación una selección de fotos de MI CAMINO DE SANTIAGO. Como sin duda sabéis, y probablemente también muchos de vosotros hayáis hecho también el Camino de Santiago, éste es ilimitado, no sólo por la longitud de este itinerario cultural europeo, que se ramifica por toda Europa y aún más lejos -recuerdo en un reciente viaje a Eslovenia, haber estado en Liubliana en el interior de la iglesia de Santiago, de donde salían antiguamente ya los peregrinos que iniciaban su andadura hasta Compostela, lo que me emocionó profundamente- sino también porque cada persona hace un Camino diferente, como cada persona hace diferente su tristeza y su alegría, su enfermedad y su salud, por lo que el número de los Caminos es y será siempre infinito. 
Durante muchos años respondí a la pregunta de si había hecho el Camino de Santiago con la respuesta de que no, de que alguna vez lo haría, de que era una asignatura pendiente a la que en algún momento habría de enfrentarme. La verdad es que cuando se responde así es muy fácil que se siga respondiendo así durante toda la vida y que nunca se cumpla con la voluntad de la respuesta, que en mi caso era una buena voluntad. Afortunadamente, las circunstancias hicieron que un buen día hiciera la mochila y viajara hasta Somport, en Huesca en la frontera con Francia, para iniciar en ese punto mi peregrinación. Reconozco que fui un privilegiado en cuanto a la organización del viaje, pues recibí de "LIO" el mejor asesoramiento que pueda imaginarse en cuanto a la preparación de esta gran aventura, tanto psicológica como técnica, y es que hay que hacerse a la idea tanto del cambio de vida que supone durante tantos kilómetros al día en tantas situaciones meteorológicas diferentes, muchas veces adversas, como del nuevo reloj interno y externo al que el caminante debe adaptarse, pues de pronto los paisajes se extienden enormes ante uno en  medio de los ruidos maravillosos de la Naturaleza, en contraposición a la estrechez de la oficina en la ciudad con la banda sonora de coches y sirenas de todo tipo como telón de fondo. Al mismo tiempo, el reloj se adapta a un ritmo más humano, pues el peregrino, prescindiendo de la dictadura de la televisión, que con sus franjas horarias marca una dictadura del tiempo de la que, para nuestro mal, nos es imposible escapar en la vida diaria, digo que el peregrino se acuesta pronto y se levanta temprano, ajustando su actividad a la ecología de la luz.
La pernoctación y la convivencia en los albergues junto a otros peregrinos de otras nacionalidades contribuyen a formar de esta experiencia un recuerdo inolvidable.  
Hay mucha Literatura sobre el Camino de Santiago, la bibliografía de libros de todo tipo existente sobre el tema es prácticamente inabarcable, y entre esta Literatura quiero citar expresamente a la que lleva el calificativo de odepórica, que es la relativa a la descripción de los viajes y aventuras de los peregrinos. Quizá en algún momento me decida a escribir algunas de estas aventuras, ya en forma de libro de viajes o como relatos de ficción. Material hay, desde luego. De momento, me conformo con colgar aquí algunas fotos representativas de mi viaje, un viaje que hice por tramos -siempre reanudándolo en el punto exacto donde lo había dejado anteriormente-  ya que me fue imposible hacerlo todo seguido como hubiera sido mi deseo, y que se extendió por espacio de unos cuatro años. El viaje culmina, lógicamente, en la catedral, de Santiago de Compostela, a la que me habría gustado entrar por el Pórtico de Gloria, como ansiada Meta o Arco de Triunfo aspiración de todo peregrino, en mi caso después de 836 kilómetros de recorrido; pero por desgracia esa entrada está actualmente clausurada, de modo que el peregrino ha de entrar, como un turista cualquiera, por una de las puertas laterales, y pagar también, como un turista más, si quiere admirar las hermosas figuras de este glorioso Pórtico del maestro Mateo, esos rostros que esculpió a imagen y semejanza de la sencillez de las gentes de la calle, desprovistos de cualquier soberbia majestad que infundiera terror en el ánimo de los acongojados fieles. Por ello, por haber esculpido los rostros de su Pórtico con tanta dulzura, tan cercanos, fue tan criticado en su momento por las autoridades eclesiásticas, que preferían caras duras, amedrentadoras. A punto estuvo de naufragar su proyecto escultórico, pero por fortuna no ocurrió, pues finalmente se impuso la belleza y el arte de este genio que fue Mateo.
He procurado colocar las fotos por orden cronológico, pero si alguna no lo está disculpadme, en realidad no tendría tanta importancia, pues todas forman parte de un mismo hilo conductor. Comienzo el Camino en Somport, y después de recorrer todo el tramo aragonés enlazo en Obanos, muy cerca de Puente La Reina, con el Camino Francés, que baja desde Roncesvalles.
Me hace especialmente gracia la foto del pequeño hombrecito del saco que plegué en papel, que es una de mis figuras de origami preferidas, y que parece un peregrino; de hecho encima de esa foto he situado justamente una en la que me parezco a la pequeña figura de papel, con la gran mochila a la espalda como si fuera el saco. A lo largo de todo el trayecto plegué, creo, sólo 4 "hombres del saco", uno el que veis, que regalé al albergue verde de Hospital de Órbigo; otra se quedó en el libro de firmas de un restaurante cuyo nombre no recuerdo de Astorga; otro se quedó entre las botellas del precioso albergue O Abrigadoiro, en la provincia de Lugo; y el tercero lo plegué en Santiago de Compostela el día de mi llegada, 19 de octubre de 2013, se lo di a una peregrina alemana de un grupo de  peregrinos alemanes que también habían culminado el Camino ese día, y con quienes coincidí por la noche en un bonito local nocturno de Santiago de Compostela. 
 




























 
 






 
   
 
 



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



Botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela. Una vez cumplida la Peregrinación, con el sellado de la credencial del peregrino a lo largo de las etapas realizadas y la obtención final de "La Compostela", documento expedido en la Oficina del Peregrino por la Autoridad Eclesiástica, dicen que se logra el perdón de los pecados.

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