También Madrid tiene una Estatua de la Libertad. Es anterior en casi treinta años a la del río Hudson. Es unas veinte veces más pequeña que aquélla, pues mide dos metros de talla, pero al igual que la de Federico Augusto Bartholdi, es bellísima. La madrileña es obra del escultor aragonés Ponciano Ponzano. Fue esculpida en mármol de Carrara y entre sus particularidades más notables están la de que ésta, al contrario de la de Nueva York, lleva un pecho descubierto; que porta la antorcha (un cetro) en la mano izquierda, mientras que aquélla la sostiene en la derecha; y que se apoya sobre un yugo roto, cuando la otra lo hace sobre unas cadenas. También lleva la madrileña, al lado de su pie, un gatito, símbolo de la vigilancia. Las dos tocan su cabeza con una gran diadema, de la que irradian rayos solares, si bien difieren en su número número, pues en la americana son siete y en la madrileña trece.
Se encuentra esta dama de serena presencia, de grácil figura que lanza al horizonte su mirada, en el claustro del Panteón de Hombres Ilustres, cercano a la estación de Atocha, donde se colocó sobre el cilindro de piedra de una cripta. Costó 2.500 escudos que fueron sufragados mediante suscripción pública entre ciudadanos progresistas en 1853.
Supe de ella gracias al magnífico artículo que publicó el 12 de septiembre de 2004 en el diario El País el periodista y escritor, cronista de Madrid, Rafael Fraguas, de donde he extraído los datos que acabo de ofrecer. Recientemente este autor ha publicado un libro interesantísimo con el título MADRID POR DENTRO. PERSONAJES E HISTORIAS DE LA CIUDAD A TRAVES DEL METRO, que recomiendo encarecidamente, tanto a sus vecinos como a todo el mundo, por lo mucho que se disfruta aprendiendo cosas, algunas curiosísimas, que incluso los que viven aquí suelen desconocer pese a tenerlas a la puerta de casa.
Os muestro a la Estatua en la foto que tomé de ella el pasado mes de enero.
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