Os saludo nuevamente en este primer día de septiembre en que las ciudades se llenan de coches recién llegados de las vacaciones para reflejar aquí la reflexión del escritor británico J.G. Ballard, el autor de libros como el impactante Crash, y quiero subrayar impactante en todos los sentidos posibles, inspirado en el tema de los accidentes de coche, al que se refiere con frecuencia en sus Conversaciones para una autopsia de la vida cotidiana.
Para ilustrar el párrafo que voy a transcribir a continuación, reproduzco arriba un para de fotos de las que hice el 20 de marzo de este año en las proximidades de Toro, en la provincia de Zamora, de un cementerio de coches que me impresionó y provocó en mí una multitud de sentimientos, entre los que podrían hallarse también los expresados por las palabras de Ballard:
"Siempre me llamó la atención la poderosa magia y la poesía que se siente cuando uno observa un depósito de chatarra lleno de lavadoras viejas, o de coches destrozados o de barcos viejos pudriéndose en algún astillero abandonado. Un gran misterio y una gran magia rodean a estos objetos. No hace mucho, estuve en el Museo Imperial de la Guerra donde tienen la parte delantera de una caza Zero cortado a través de la cabina. De hecho, uno puede estar de pie mirando hacia la cabina del piloto. Puede ver lo que hay realmente debajo del avión; mirando hacia el interior, se puede observar cada remache. Una gran suerte de poesía trágica rodea a ese avión expuesto en el museo. Uno puede ver a los obreros japoneses trabajando, a las mujeres en alguna fábrica de Tokio poniendo cada uno de los remaches de este avión en particular. Uno puede imaginar el posterior acarreo de la máquina hacia el Pacífico...No encontramos esta poesía conmovedora en objetos nuevos: un avión nuevo, una lavadora nueva exhibida en una vidriera o un coche nuevo estacionado en un concesionario..."
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