Año 794 de la era cristiana: los islamitas, también llamados agarenos, sarracenos, muslimes o mahometanos, que habían invadido la Península Ibérica en el año 711, venciendo al rey Rodrigo en Guadalete, decidieron acabar con la resistencia que ofrecían los astures en el norte, donde los cristianos habían consolidado un pequeño reino protegido por una muralla natural de cumbres gigantescas.
Ya antes, en el 722, tras el rápido avance de las tropas agarenas a través de la Península, habían sido detenidas estas por el Rey Don Pelayo en la mítica batalla de Covadonga. En las décadas subsiguientes los invasores abandonaron la empresa de dominar el pequeño reducto Astur, por su dificultad y porque prefirieron centrarse en las enormes extensiones ya conquistadas de Al Andalus. Esto fue así hasta que el emir Hisam I, que sucedió a Abd al-Rahman, consideró que ese pequeño reino Astur estaba empezando a representar un peligro que debía eliminar. Para ello, envió un poderoso ejército al mando del caudillo Abd al-Malik. De modo que en ese año 794 Abd al-Malik logró llegar hasta Oviedo, la nueva capital del Reino cristiano, saqueándola y destruyendo los templos construidos por el padre del rey Alfonso II el Casto. No pudo, sin embargo, vencer al ejército del Rey, que logró escapar y que le presentó batalla después, cuando ya emprendía el alegre camino del regreso hacia Córdoba, en las inmediaciones de Tineo, a unos 70 km. de Oviedo, donde fueron vencidos y dispersos.
Pues bien, esta historia comprobada y verdadera es el origen de la representación en un cuadrante o cuartel del escudo heráldico de Tineo de la imagen de un sarraceno, con su turbante y su alfanje. Es tan pequeño el espacio para la narración de la Historia de un pueblo, que sólo pueden incluirse los hechos más decisivos. En este caso, un castillo, un león rampante, el muslim susodicho, la mitra de un obispo, unas cruces y unos brazos cruzados. Todo ello se ofrece a nuestros ojos como si fuera un jeroglífico egipcio o un tebeo. Desde luego, la imagen del sarraceno parece un dibujo infantil. Son símbolos todos ellos que permanecen en el documento gráfico, para que no se olviden, pero que la mayoría de los descendientes actuales de quien protagonizaron aquellos hechos, sin duda atroces, seguramente desconozcan. Lo que ocurrió no fue un chiste, como quizá les sugiera a algunos el dibujito. Lo mismo ocurre con otros hechos históricos, siempre que no se hayan manipulado por interés político, y no deben olvidarse para no repetirse.
He procurado resumir al máximo la historia contada en el escudo de esta población, tomando algunos datos del libro "Orígenes de la Nación Española. El Reino de Asturias", del historiador español Claudio Sánchez Albornoz. Un libro apasionante por la cantidad de detalles precisos e interesantes de aquel largo y convulso período repleto, como todos, de ambiciones y anhelos.
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