Una vez, en la fantasía romántica de un amor/desamor recogido en uno de mis libros, el protagonista principal acaricia la idea de regalarle un trocito de Luna, como si fuera un pastel, a su amada. El narrador no podía imaginar que esa locura ya se estaba llevando a cabo en la realidad, y es que va a ser cierto lo que se dice de que la realidad supera siempre a la ficción, aunque cueste creerlo.
Esta noticia, que rescato ahora, ya es antigua, de 2007: "una empresa israelí y otra estadounidense..."
¿Quedarán todavía parcelas?, ¿sobrevive aún el viejo amor? Quién sabe...
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